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Nuestra habitación como ocasión – Bernardita Linares

Debido a la situación de la pandemia del COVID-19 se nos obliga a permanecer en nuestro hogar. ¿Qué es lo que verdaderamente sucede en ella? Pareciera que la vida acontece fuera, siempre. ¿Nos da miedo quedarnos en casa? ¿Acaso nuestra habitación tiene la forma de la caverna de Platón? ¿Estar en casa significa vivir de sombras? Para Van gogh, no fue así. 

“Se me ocurrió una nueva idea y aquí está el boceto. Es simplemente mi habitación, el color debe hacer todo y el estilo de los objetos debe sugerir descanso. Mirar la imagen debe descansar la mente, o más bien la imaginación”. A mediados de octubre de 1888, Vincent Van Gogh le escribió a su hermano Theo desde Arles, para comentarle de la pintura a la que ahora se estaba dedicado. Alessandro D’avenia, escritor italiano, en uno de sus artículos nos dirige la mirada hacia la pared del fondo: un espejo, una ventana, una imagen. 

El espejo a la izquierda de la ventana es el lugar de la mirada en el ser, descubrimos la distancia, a veces dolorosa, entre lo que parece y lo que somos, entre lo que otros ven y la verdad de nuestro ser profundo. La ventana con las puertas entreabiertas nos recuerdan que siempre es posible abrirse al mundo: dejar entrar el aire y dar la bienvenida al exterior, con todas sus sorpresas y riesgos. La imagen a la derecha de la ventana es un lugar privilegiado para mirar hacia lo otro, por la mediación del arte: la luz de un mundo al que aspiramos pero que escapa y de los cuales los colores y las formas son signos y símbolos. 

Estas son las tres aberturas de la habitación interior que necesitamos habitar en estos días. Sin una relación profunda con nosotros mismos, con el mundo y con lo trascendente, no sabemos dónde volver a colocar una y otra vez la vida para que se conserve y reconstruya. Alejados de la relación con el otro y con el más allá, con el misterio de las cosas y las personas, nos encontramos en la tristeza del aburrimiento o en el cansancio de la rutina. Estamos invitados a encontrar el espejo de reflexión sobre el sentido de la vida; la ventana a través de la cual asombrarnos del milagro de que las cosas y los otros aun están ahí para nosotros; la imagen como punto de partida para el silencio, la lectura, la oración. La habitación de Vincent significa hoy para nosotros poseer un espacio donde la vida continúe creciendo, en preguntas y certezas. 

Van Gogh fue uno que no evadió su drama -que es nuestro mismo drama- sino que acogió todas las circunstancias que lo rodearon como el espacio en donde fue 

llamado a construir, a enriquecer la historia. ¿No nos toca a nosotros hacer lo mismo? El desafío hoy está en vivir esta circunstancia de dolor y miedo, pero también de novedad y ocasión, como verdaderos protagonistas en una realidad donada que nos provoca y se presenta como un factor esencial de nuestra vocación y misión. 

Bernardita Linares, 

22 años

Estudiante universitaria

Despeñaderos, Córdoba, Argentina.

Imagen del cuadro de El dormitorio en Arlés, de Vicent Van Gogn.

 

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