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El Amor en los Tiempos de la Corona 3 – Verónica Waquin

 

Cómo se dibuja el amor en cuadros construidos con ladrillos, eso en el mejor de los casos, en otros que son muchos, en lugares prestados o alejados.

Cómo se nos crea el silencio, cuando de repente, al mirar la naturaleza en cinco zorros que se acercan a desayunar a mi porche, se convierte en algo especial para compartir.

Dónde la soledad vivida muchas veces, ya no te estigmatiza sino que es compartida, y te olvida de tu realidad, para asomarte a mirar la vida de otros.

Los abuelos en una residencia, lejos de la visita de los nietos, recibiendo con paciencia infinita y valentía, el cuidado de manos que no se unen por la sangre.

La espera de años para ser familia y que vuelve a pedir un compás más largo, otra vez y desesperante, porque hoy no se puede, y en esa espera hay un niño en un hogar, que nada sabe de un virus que lo aleja de decir por fin mamá y papá, a su nueva familia adoptiva.

Buscar entre los bolsos y valijas, en algún lugar lejos de casa, la sonrisa para que en el llamado con quién lo espera, no traduzca el miedo ni la desilusión desgarrada.

Los días se estiran en pequeños momentos de encuentros, y en algunas cocinas se abrieron recetarios de la abuela, porque de repente hubo tiempo.

El delantal que servía para tantas cosas hace más de cincuenta años, se ciñe a nuestra cintura en un abrazo de nutrición.

La imaginación se sacó el barbijo para no quedar inmune a la creatividad, y los pensamientos empezaron a tomar el único vehículo permitido para transitar, y levantaron vuelo.

Por ahí alguien dijo que esto que ocurre nos pone de rodillas, y sin embargo las únicas alas que no nos pueden cortar son las que esta pandemia nos da.

Las del Amor en los Tiempos de la Corona.

 

Verónica Waquin

51 años

Periodista especializada en Taller de Periodismo Escolar

Córdoba, Argentina.

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