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Una desventura amorosa en la pandemia – Beatriz Partinari

Dijeron que no había que salir porque había un virus y que teníamos que enamorarnos del miedo para poder cuidarnos.

Y encima ahora solo podemos hacerlo con el DNI. Me da risa, no salí con el documento en la dictadura ¿voy a salir ahora con él?

Por el dato te darás cuenta que estoy en el grupo de riesgo. Riesgo ¿de qué? De despreciar al amante que se ofrece públicamente ¿para el romance?

Te cuento que a esta altura ya sé que las penas de amor nos hacen crecer y en vez de estrechez, dan amplitud al corazón. Me hace acordar a una frase de Leon Bloy que dice que el hombre tiene lugares en su corazón que todavía no existen y para que puedan existir entra en ellos el dolor.

Por eso no me importa cuántos mensajes manden diariamente para mostrarme su riqueza en números, no me engatusan, porque eso es hacerse ver, pura fachada.

O sea, lo confieso, en esta cuarentena estoy viviendo una desventura amorosa. Lo acepto con serenidad, porque la cuestión del amor es así, una no se enamora del que quiere, el amor te encuentra y si es genuino te atropella y no podés zafar de él. 

Pero no te creas, esta situación no es fácil de sobrellevar porque miro alrededor y hay tantos enamorados que me da cosa.

Igual quiero decir públicamente que lo siento, que no estoy enamorada y vaya como consuelo una frase de Simone Weil que transcribo.

“El amor tiene necesidad de realidad. Amar a través de una apariencia corporal a un ser imaginario ¿qué hay más atroz, cuando uno se apercibe de ello? Más atroz que la muerte, pues la muerte no evita que el ser amado haya sido. Es el castigo del crimen de haber alimentado el amor con lo imaginario”.

 

 

Beatriz Partinari

61 años

Escritora

Córdoba, Argentina

 

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