Hoy no me banco el vacío, es un efecto residual de la cuarentena.
El encierro, me invitó a pensar sobre ese fantasma: “el de la vida de antes y la de la normalidad”. Ese discurso me inquieta, me odio cuando lo digo o escribo. Es un karma de la cuarentena como red de PDF’S. El conocimiento parecía circular entre cámaras y micrófonos, pero de pronto, me llene de inseguridades.
¿Llenarme? ¿Cómo frasco? ¿Con qué rellenamos nuestro frasco? Son retóricas, pero si tengo que definir alguna respuesta, es la consciencia.
Nos llenamos a nosotros mismos con ideas, pensamientos y prejuicios, de golpe se nos llena el frasco.
Cuando lo derramo entre líneas, por momentos no me reconozco, quisiera ordéname un poco. Releo poemas, escritos académicos, una carta de amor vieja y ¡saz! me encuentra la soledad, entre caracteres, como si quisiera enseñarme algo. A veces sólo me mantiene cuerda la sensación que algo detrás de la puerta, cómo por ejemplo, en una película clásica. La quietud de los cuerpos exhibe otros conceptos, quisiera ver otros cuerpos, me pregunto especialmente, por esos que están del otro lado, en las pantallas, que se construyen y mediatizan.
Vivo por el misterio que encuentro al viajar hacía adentro, ya no espero verdades en las frases, en los diálogos y en los pensamientos. Sí espero procesos, que me hagan sentirme viva y enroscarme como serpiente, ouroboros y un caparazón (de caracol, sé que no me pertenecen. Son de un viejo amigo, que me dice convencido que va escribir un gran escrito, creo en él).
A fin de cuentas los grandes escritos, son sólo de quién cree que lo son.
Los cuerpos se exhiben desde lugares, hoy me encuentra el deseo de abrazar al tuyo, de sentirlo más cerca, más intenso. ¿Cuándo llegará? En alguna mañana, espero, tal vez el próximo equinoccio.
Sofía Smaldone
24 años
Docente de Artes Visuales especializada en Escultura y estudiante de posgrado en Historia del arte.
Buenos Aires (GBA Oeste), Argentina
Obras: Sofía Smaldone