Querida Amiga
Me preguntaste por qué no me comunico.
Yo me pregunto por qué me siento tan cansada y sin ganas de hablar.
La cuarentena es como una cuchara de madera, la que usamos para mezclar en la olla y van saliendo distintos sabores. Yo siento que cada día que pasa me van sorprendiendo cosas nuevas. Al principio dormía y veía tele entre asombro e incertidumbre y las horas no pasaban más…
Después, me dio miedo, mucha angustia, tristeza, profunda pena al ver que moría gente. Que moría sola. Sin escuchar la voz de algún ser querido. Me dolió mucho. Me entristeció aún sin saber quiénes eran. Y su hubiese sido alguien cercano a mí ?… Que impotencia…
Empecé a extrañar a mi mami, necesitaba hablar con ella, contarle mis cosas, solo quería escuchar su voz compartir lo cotidiano, como antes… Y de repente, como magia, su amor, su presencia me llenó de paz el alma… y buenas cosas empezaron a fluir.
Me llegó trabajo, mucho trabajo, así los días se llenaron de llamadas, escritos, directivas, libros, contratos, contactos, gente queriendo compartir su sentir detrás del celular … tanto , al punto que no podía dormir.
Me levantaba de madrugada, en silencio, a responder, escribir y completar mis pendientes. Mientras mis colegas se quejaban de la falta de laburo y plata, de no poder salir, yo me sentía bendecida. Me llegaba trabajo, pude pagar mis deudas sin cuotas por primera vez en años. Todo virtual, sin tocar a nadie sin intercambiar virus, ni gestos, ni palabras… Entre los alquileres, los productos de belleza y mi nuevo emprendimiento de venta de yerba orgánica, anduve bien.
En casa la convivencia no se modificó tanto. Somos muy de estar adentro. Hemos creado mejores lazos con las chicas, nos reímos mucho y nos divertimos. Generamos momentos cómicos, hacen algunas yoga, otras musicalizan la tarde, yo veo de a ratos mis plantas y a la tarde trato de beberme el cielo, que se ve más celeste y manso que nunca.
Hemos aprendido a disfrutar lo que tenemos, la familia, y valorar la salud. También a nuestros bichos, Harley e Ipa nuestras gatitas, Petry perro gordo y viejo, lo pusimos a dieta por que ronca mientras a nosotros la cuarentena nos engorda, Manuela la tortuga duerme como Rubi la eriza que bufa y se esconde por el frío, todos juntitos sosteniéndonos. Más que nada.
Hablamos poco con la gente y la familia. Yo con mis hermanos hablo más y ellos han venido previa desinfección y distancia. Nos extrañamos.
Ocupo todo mi tiempo en mi trabajo que amo y estoy haciendo un curso de administración de consorcios porque quiero ver si me dan la administración. No soy muy buena con estas nuevas técnicas. Está difícil… Pero la esperanza es lo último que se pierde
He vuelto a escribir, mucho sobre mi vieja, y muchas otras reflexiones. Y las comparto con mis amigos, a veces… Depende…
Estoy metida en mi misma tratando de aclarar mi mente, mis pensamientos y sentimientos.
Un nuevo mundo se abre para todos, Un llamado profundo a mirarnos, y valorar la vida, un llamado a la solidaridad y la sensibilidad, un grito desde el fondo de la tierra a cuidar todo, absolutamente todo lo que tenemos.
No me asusta como a otros la economía, vamos a salir delante de una forma u otra, Porque mientras haya necesidades de todo tipo, siento que nuevas formas de trabajo surgirán.
Este tiempo nos obligó a detenernos, de la locura e indiferencia cotidiana. Esto tan temible y grave, nos está dando una nueva posibilidad… renacer a un mejor tiempo. Un instante intimo, personal. Ojala lo entendamos con positivismo y ganas de hacer.
Estoy bien. Me siento rara, pero en paz
Espero que vos y tu familia también. Te mando un gran abrazo. Te quiero un montón como siempre. Y no te olvido. Pero en este tiempo me siento diferente.
Ni mal ni bien, más silenciosa y reflexiva.
Y así quiero permanecer.
Ali, en tiempos de cuarentena
Alicia Graziosi
53 años
Martillera y corredora pública
Córdoba, Argentina