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Un viaje – Rita Santa Cruz

He visitado este lugar, me encontré en todos los sitios dónde mis ojos se posaron.
Entré por el puente, donde los reyes magos nos dejaban los regalos. Estuve con Cefe, con Nidia. Corríamos, y el corazón se nos salía del cuerpo, una de nosotras quería llegar siempre primero. No recuerdo quién ganaba.
Recuerdos.
Recordé las cañas, en hileras, fuertes, el tanque redondo,y profundo. Me sumergí en sus aguas, aguanté la respiración, salí,y me fui al corral. Una tranquera. Estaba cerrada, igual la hice de escaleras, me trepé,y salté. Y me embadurne , arrojándome sobre la tierra suelta,y floja ,y me revolqué como hacen los caballos para relajarse. Me dormí en el recuerdo. Mi padre ordeñaba a la vaca, tomábamos el desayuno que nos preparaba la Cefe, chocolatada.
Me fui a la matera, encendí el fuego. Pensé que te sentarías a mi lado. No sucedió.
Seguí mi viaje. Me llegué al galpón, olor a maíz, olor a vos.
Escuché tu silbido, fue como una canción.
Intenté atrapar tu silbido, cómo quién atrapa un pájaro. Se fue.
Me quedé asustadiza. En el campo siempre tenía miedo a algo. No sé a qué. A algo.
Que algo nos pase, que llueva mucho, o sencillamente que el petiso me mordiera.
Me colgué en las hojas del eucalipto, me hamaqué.  Olfateaba la menta, esa frescura propia de ese gigante árbol, para mis pies tan pequeños. La planta de tuna, y de higo, no estaban. Ahí solía llenarme los dedos de palitos con espinas.
El horno de barro, donde mamá horneaba los panes se esfumó.
Como el silbido que quise atrapar.
Tampoco escuché relinchos, no estaba el tuerto,el caballo sin un ojo. No estaba la tranquera que nos llevaba al puesto blanco.
Me encontré conmigo, un poco con vos.
Y en el molino sin vida, aún hay una escalerita donde subías. Y esperabas ver una polvareda, señal que llegaría Claudio, o Néstor,o Alberto.
Esperar,yo también esperaba encontrarte.
Rita Santa Cruz
37 años
Vendedora
Córdoba, Argentina

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