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Nuestra realidad – Candela Sánchez Merlo

 

“…Al fin me encuentro / con mi destino sudamericano…” así recitaba Jorge Luis Borges en la Obra poética en 1972; seguramente todos nosotros, los sudamericanos, un gran pueblo dividido por las delimitaciones territoriales de cada país, nos preguntemos ¿Cuál es ese destino sudamericano? La respuesta, a esta interrogante está unos versos más arriba en ese mismo poema, y es “…yo que anhele ser otro…”. Y en este punto, no solo por ser yo argentina, sino también por cuestiones históricas y sociales, un país que tiene marcada dicha  actitud de anhelo por ser otro, es nada más ni nada menos, que nuestra Argentina.

Ningún argentino puede negar ni refutar que en algún momento de nuestra historia nos hemos querido parecer a las sociedades europeas, que nos bombardean constantemente con sus cánones de belleza, con su tecnología, con sus ideologías; y nosotros desprestigiando lo propio, tomamos lo ajeno, queriendo parecernos más a ellos.

Y en este desprestigio por lo nacional, lo criollo, es que surgen las fuertes críticas que nosotros mismos nos hacemos como sociedad; porque estamos acostumbrados a una introspección obsesiva y a la búsqueda de la causa que ha generado todos nuestros problemas, también conocido, y como lo menciona Massuh, El mal argentino.

De este mal todos tenemos una apreciación propia, pero de lo que ningún argentino difiere es que tenemos un mal. Este generador de problemas ha tomado el rol en la política, la cultura, el periodismo, las fuerzas armadas, la universidad, la economía, entre otros aspectos que como sociedad hemos cuestionado. Y de este cuestionamiento e indignación por la búsqueda del mal, todos hemos sido testigos. Todos los argentinos, hemos estado presentes en más de una charla ya sea con familiares, pares, amigos, compañeros de trabajo o estudio, donde se busca al responsable, el causante de todos nuestros problemas. Y en esta búsqueda del mal, podemos destacar dos aspectos muy importantes, uno de ellos la lejanía y otro es el juicio totalizador.

Cuando hablamos de lejanía nos referimos al sentimiento de desarraigo que cargamos los argentinos, considerándonos individualmente como no responsables de los problemas y viéndonos lejanos al país y sus problemas; no sentimos todas sus cuestiones en nuestra piel y esto nos da una sensación de angustia, nos sentimos extraños a los problemas que suceden en nuestra tierra, pero no los sentimos propios y por ende no los tratamos como propios.

Y es en este punto es que radica la cuestión, todos nosotros, los ciudadanos de la nación argentina, no dimensionamos el papel tan importante que desarrollamos día a día; y preferimos en cambio adjudicarle los problemas al gobierno, ya sea los pasados o el de turno. Y aquí es muy importante notar está caracterización que le damos al gobierno oficialista del momento, lo denominamos “de turno”, como si el gobierno fuese una entrada y salida de partidos, cuya conexión es nula o casi nula.

En este punto observamos muy bien lo que Massuh proponía como “La continuidad y la ruptura” en el capítulo VII de su libro La Argentina como sentimiento. Podemos observar esta ruptura entre los gobiernos, cada gobierno que asume critica, cuestiona y juzga a cada decisión que tomo el gobierno anterior, y este nuevo gobierno, creyendo tener la verdad y la solución hace borrón y cuenta nueva con todas las políticas antes implementadas y legisla sus propias políticas, este suceso sumamente conocido por nosotros, es el problema de la generación de políticas de gobierno y no la generación e implementación de políticas de estado que nos darían ese espíritu de continuidad.

Anteriormente mencione que otro aspecto importante a la hora de la búsqueda del mal argentino, es la rapidez con la que nosotros, pasamos desde lo particular a lo general, Massuh lo designa como Juicio totalizador, en el capítulo VII de su obra La Argentina como sentimiento.

Ningún argentino puede negar, que en una charla se empezaba hablando de un problema o suceso actual y terminábamos englobando a muchas fallas que tenemos como sociedad o país. Un claro ejemplo de esto podría ser en una conversación con familiares, donde se comenta, por ejemplo, un caso donde a un civil se lo culpa por asesinar a un ladrón que intento entrar a su casa, primero empezaremos con la idea de si es o no legitima defensa, y en este punto seguramente habrá un cuestionamiento de la justicia que nunca protege a la víctima, otros dirán que esto sucede por la inseguridad, los terceros adjudicaran que hay robos porque la gente de bajos recursos no ve otra salida a la crisis, y en ese punto unos dirán que es culpa del gobierno anterior, que gracias a ellos y sus corrupción tenemos crisis, por otro lado algunos dirán que hay corrupción porque no hay equidad en cantidad de poderes entre los tres poderes que tiene nuestra nación. Y en este ejemplo podemos observar, tal cual como en tantos otros, pasamos a un juicio totalizador donde hacemos un gran crítica a todo, sin darnos cuenta que nos desviamos del problema en concreto.

En relación al juicio totalizador, hay algo muy bueno y que podemos rescatar y es la capacidad de reflexión que tenemos sobre los fundamentos en los que ha crecido nuestra nación. Y está bien reflexionar, repensar y replantearse los fundamentos y con juicio crítico poder rescatar las buenas tradiciones que nos han hecho crecer como sociedad argentina.

Y así una vez que hemos podido destacar los buenos valores intentemos que echen raíces y que arraiguen en nuestra cultura y vida social. Algunos de los valores que como argentinos por nuestra historia hemos adquirido y nos han ayudado a crecer y pueden seguir ayudándonos son: la supervivencia, la democracia, la solidaridad, la amistad, la diversidad, el respeto, el espíritu creador y la fuerza innovadora. Y algo que es muy bueno destacar en este punto es que hemos logrado tener todas virtudes gracias a todos los desafíos que hemos tenido que atravesar, gracias a que como sociedad hemos sabido dejar de lado la frustración del problema y tomado como un desafío a superar cada dificultad.

Debemos ser capaces de ver todas estas virtudes e intentar implementarlas cada uno en el día a día, aunque nos parezca que no cambia nada, cada uno con sus acciones modifica la sociedad, hay que darnos cuenta del rol que tenemos y que somos parte del Estado, tal como decía Jorge Luis Borges en su obra “Nuestro pobre individualismo”, nosotros, los argentinos, a diferencia de los americanos y europeos pensamos que el Estado es algo abstracto y que no somos parte. Debemos darnos cuenta que cada uno de nosotros es parte del Estado, que cada uno de nosotros aporta y que cada uno ayuda o atrasa a nuestra sociedad.

¿No les parece que sabiendo todo esto, dimensionando algunos de los problemas y nuestro rol en el Estado es hora de que modifiquemos nuestro sentimiento hacia la nación? Todos sabemos que amamos a nuestro país y que queremos que mejore, pero no todos asumimos el papel de fundador de la nación; y cuando me refiero a fundador me refiero a aquella persona que ve a la patria como un compromiso entrañable y absoluto que enseña en el día a día con su ejemplo. Y ahora con esta idea bien clara del papel que tenemos y como lo podemos desarrollar en sociedad, espero que todos sepamos reflexionar y rescatar lo virtuoso que tenemos como pueblo argentino.

 

(Trabajo para Lengua y Literatura. Relación Massuh – Realidad argentina)

 

 

Candela Sánchez Merlo

Alumna de 6° año «A» del Colegio 25 de Mayo

Córdoba, Argentina

 

 

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  1. Hola! Mi nombre es rosario olmedo, soy alumna del 25 de mayo, de la profesora soledad mantienez costa. Ella me ha dicho que publique mi artículo con respecto a la situación actual de la argentina, con una visión amplia relacionada con la el escritor Massuh.
    Gracias

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