Ser argentino en estos días, en donde el caos se ha apoderado del mundo, y en especial, de Argentina, no es nada fácil. Las emociones que más se escuchan son de tristeza, soledad, desazón, inseguridad, desigualdad e incertidumbre. Pareciera que todo lo que rodea al ser argentino se tiñe de frustración y desasosiego. Pero, cabe preguntarse: ¿este pesar es nuevo para el ciudadano que puebla este territorio?.
Si hacemos un poco de historia, podemos ver como el sentimiento “argento” siempre se ha teñido de una dualidad casi inentendible para el resto de las personas. Víctor Massuh en su libro “La Argentina como sentimiento” sintetiza en cierta forma la esencia del ser y sentir argentino. En él hace referencia a las dicotomías (desierto-ciudad, indígena-colonizador, colonia-la europeización, laicismo-catolicismo, las Fuerzas Armadas- Partidos Políticos, oligarquía-populismo, individualismo-colectivismo, caudillismo-intelectualismo), que siempre existieron, desde los orígenes y que revelan que “el mal argentino no es un hecho histórico, sino un estado del alma, es la falta de fe, el vacío del descreimiento”.
A partir de este concepto, el autor, comienza a buscar un modelo argentino que sane y supere esas diferencias. Para ello, se deberá mirar hacia un objetivo superador que comienza con lo individual, para trasladarlo al otro, al colectivo.
Según su pensamiento, solo lo podrá realizar “cuando un ser humano, descubre que su contradictor es una prolongación de sí mismo, que el único caudillaje auténtico es el que ejerce sobre la propia voluntad y no sobre los otros, cuando además comprende que la libertad es conquista de sus manos y no una dádiva de los otros, en ese preciso instante la democracia levanta su reino”,
Esta idea lleva a pensar que se debe superar las diferencias y grietas del pasado en cuanto individuo personal y único, para no tener más ese sentimiento de angustia y frustración. Curado y superado dichos dolores, se verán reflejados en el sentir y actuar de cada persona con respecto a la comunidad.
Por lo tanto, vivir en Argentina hoy, se debería ver como la posibilidad cierta y real de modificar y cambiar un pasado, que fue destruyendo poco a poco, el presente y el futuro de todas una sociedad. La manera de llevarlo a cabo, es a través de la conciencia y cura personal de los sentimientos negativos, para así no trasladarlos a la comunidad. Modificar el contexto y sentimiento individual para lograr una resiliencia social, sería la mejor manera de visibilizar un futuro próspero y común para todos los habitantes del suelo argentino.
Josefina Buteler
Alumna de 6° año «A» del Colegio 25 de Mayo
Córdoba, Argentina