Es hora de mirarnos, de poner definitivamente el bien común delante de nuestros ojos y darle prioridad. Conscientemente, inteligentemente, creíblemente. Lo que llamamos «normalidad» tenía incorporado el mecanismo de una mirada que implicaba partir desde uno mismo hacia la construcción de algo con los demás que finalmente daba vueltas en el aire de la realidad para luego volver a posarse en cada uno, como si ese viaje al que confiábamos el vuelo de la paloma estuviera ensayado y humedecido por una emoción preparada al ejercicio de la cuarta pared para regresar a beneficiar únicamente a ese mismo de donde salió.
Solidaridad inexistente, caridad que no transforma, vínculos que no enlazan ni unen nada. Puro personaje, pura ficción.
Será el tiempo de mirar el bosque. Ya que partir del árbol nos regresa a todos a nuestro propio árbol, sin conciencia de formar parte. Perdidos. Juntos pero no unidos. Un gran edificio de departamentos ocupado de gente que no se conoce. En la noche de la pandemia, alguien enciende una luz. Ojalá sea la de un balcón que sale afuera a proponer el aplauso para los que salvan la vida, para los que construyen con su propia existencia una existencia mejor. Amén
Jorge Méndez
45 años
Docente y estudiante en el Profesorado Universitario
Córdoba, Argentina
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