Entre las calles, todas vacías por un áspero virus, caminaba un abuelito con una pesada carga a cuestas. Cuando apenas andar y respirar podía, comenzó a abrirse camino entre las destellantes luces y blancas batas.
Detrás de una enorme puerta le esperaba un hombre de blanca y larga barba.
-Vengo a ayudar -dijo el abuelo- mientras entregaba la enmienda.
Lleno, más de temor que de respeto, respondió el galeno:
-Dios lo bendiga abuelo, este tanque de oxígeno le dará un nuevo aliento a su pequeño nieto.
Adrián A. Arcila Parra
44 años
Artesano, docente y profesional de apoyo pedagógico
Residencia, Medellín, Colombia