Skip links

¿Misantropía o todo lo contrario? (parte II) – Triana P. Castresana

 

Marzo: Otoño del 2020

Parte II

 

Y respiro … ¡respiro bien!… demasiado bien, como no lo recordaba desde niña: época en el que siempre padecí afecciones respiratorias. Y posteriormente, ni al meditar ni con mi práctica asidua del yoga.  Me siento afortunada de no encontrarme atrapada en un edificio de Caracas ni en Buenos aires, ni en ciudades como Río de Janeiro, Nueva york, París, Beijing, Tokio, entre otras.

La incertidumbre y el vacío sentido hacia la existencia siempre ha sido algo inherente a mi ser.  No recuerdo haberme sentido segura de algo y con alguien. Los proyectos en el tiempo siempre se desvanecen con rapidez. Mis cambios emocionales y de perspectivas lo han hecho difícil. En este sentido, me sentí tranquila y autoreconocida en cuanto a mi sensación perenne de incerteza.

Y esta coyuntura, esta terrible pandemia que nos aproxima a la muerte, que nos impele a detenernos, a reinventarnos, a reflexionar, ha sido mi respiro. Pienso que la cuarentena más que de protegerme de la pandemia ha servido para protegerme de mi misma, de otro modo no podía continuar, me atrevo a afirmar: ¡muchos no podríamos continuar!

Así como pueden respiran al fin un poco los ríos y lo mares, las plantas, los animales y las montañas de nuestros excursionistas y exploradores y científicos, la tierra sin sus excavadores sin nuestra presencia: ¡respiro de nuevo yo! Respiro puro y profundo ajena a prescripciones mecanicistas por un rato.

Amo lo que hago, pero como todos a veces nos enajenamos, automatizamos: ¡esclavos de los horarios, de los tiempos, del salario!…porque soy y he sido, como todos, parte de un sistema inexorable que nos devora a un ritmo voraz…nos consume lentamente, con sutileza estratégica en nombre de la justicia legal y la ética social  Y me remito a las palabras de Cioran: “una de las experiencias fundamentales de mi vida ha sido el hastió”[1]

Y con una tónica tal vez fatalista afirmo:  la muerte se avecinaba igualmente, el mundo agonizaba, o ¿agonizaba yo?  No podía continuar, reitero. No podía procesar para qué continuar en la rutina hastiaste de mi vida subordinada a un despertador.

El ritmo y el manejo del tiempo social y convencional no me permiten pensar ni ordenar, ni entender para crear sentidos…porque mis tiempos son lentos.

La realidad práctica y material, sobrepasa, abruma. No la entiendo. De modo imperioso necesitaba tiempo para crear, para ordenar, para desvanecerme sin contar los minutos en los que debo resucitar: despertar, comprender, recobrarme de mi ensueño, del letargo.  Y llega hasta mi de nuevo como un eco otra frase del mismo autor: “Quién por distracción o incompetencia detenga, aunque sólo sea un momento, la marcha de la humanidad, será su salvador.”[2]

 

[1] Casado, Josefina (1987) “Emil Cioran: Vivir con la idea del suicidio es estimulante”. Aparte Rei 67“p2 . http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/cioran67.pdf

[2] Cioran (1990) “Silogismos de la Amargura” Tusquets, editores; Barcelona.  p.56 http:/Users/Fast%20Service/Desktop/Cioran,%20E.%20M.%20-%20Silogismos%20de%20la%20amargura(1).pdf

 

Triana P. Castresana.
46 años
 Nacionalidad Venezolana. 
 Lugar de Residencia: Argentina ,Córdoba. Municipio Santa Maria de Punilla.
 Licenciada en Filosofía
Docente
Profesora de yoga ecléctica.

Dejar un comentario