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¿Misantropía o todo lo contrario? (otoño III) – Triana P. Castresana

 

Otoño III (2020)                                    

  “El hombre es por naturaleza un animal ideológico”

Althusser

 

Vislumbro con esperanza,  harto idealista –romancista, que tal vez sería el momento del resurgir de una gran revolución en el cual debe emerger, a diferencia de los momentos precedentes de la historia,  un real sistema de justicia, de igualdad y reconocimiento de nuestras potencialidades individuales dentro de la diversidad que nos es inherente y como integrantes y conformantes de la naturaleza: del Cosmos,  bajo la égida de la sapiencia ancestral ( cónsonos con el gran ideal de sistema socio-económico anarquista) . Posicionamiento por demás  saturado.

Pero al parecer, la esperanza en el porvenir es pulsión vital (que tiene que ver con el amor y también con el egoísmo: el apego)  y que los ideales fungen como motores de transformación  histórica (porque sin ellos no puede haber concreción).  Lo que también podría plantearse desde otra óptica: la desesperanza en el porvenir nos impele a luchar y a potenciar la pulsión vital… o desde una perspectiva antagónica y evidente:  a incrementar las pulsiones de muerte y por lo tanto prepararnos para despegar de aquí. Parece obvio que todas estas posturas son factibles dentro de nuestra heterogeneidad experiencial y subjetiva.

Y divagando en pulsiones e ideales humanos, llegó el momento, como suele ocurrir, que  desde una mirada muy antropocéntrica experimenté  una inmensa tristeza y pesar al corroborar que miles de humanos (víctimas de todo esto) padecen y han padecido gran sufrimiento; un sufrimiento que en un principio no distinguió ni raza, ni credo , ni clase social, pero que al cabo del tiempo termina  por volcarse a los más vulnerables:

1) Los pobres,  los que no tienen medios para controlar la asepsia: por el hacinamiento, porque careen de acceso a un sistema de salud digno;  los que  han quedado desempleados o tienen que ir a trabajar en condición de  mayor  subordinación y de riesgo.

2) Los niños, adolescentes, y otros adultos que no han podido proseguir sus estudios a falta de recursos económicos y virtuales, que continuarán siendo excluidos del sistema y reproducirán la desigualdad social, mientras la clase pudiente logra avanzar en sus contenidos curriculares, responder a las consignas y sobresalir gracias a los recursos tecnológicos con los que cuentan ; también por disponer con mayor capital cultural gracias a sus antecesores.

3) Los maleantes y muchos de los que dependían del trabajo ilegal –contracultural (por las extremas medidas de bioseguridad y de control social).

4) Los viejos en los geriátricos privados de las visitas de sus seres amados: encuentro que les otorgaba el sentido para prolongar la vida.

5) Los presidiarios, los niños, adolescentes institucionalizados, enfermos psiquiátricos o pacientes internados en hospitales que han quedado privados del contacto de sus seres queridos.

6) Los solitarios que ya padecían de soledad y que esperaban con ansiedad asistir a algún curso, salir a comprar, tomar mate, un café o una cervecita en un bar; compartir esos momentos simples y sagrados, establecer algún contacto físico, una gestualidad, disfrutar de una partida de truco, ajedrez, escuchar una palabra: sentir un abrazo, una palmada de reconocimiento, un beso, una sonrisa, gestos que resignificaban sus días.

6) El juego de los niños a quienes se les cercenó el disfrute esencial de correr, saltar, pelear, jugar con sus pares, (ya desarraigados por demás del contacto directo con los otros por el protagonismo digital); las pasiones contenidas de los adolescentes tras el despertar libidinal.

7) Y al margen del asunto de la vulnerabilidad socioeconómica incluyo al grupo de los médicos, enfermeros y demás trabajadores de salud quienes no quedaron inmunes ni del virus, del agotamiento y del miedo. También a los funcionarios encargados de control social del Estado: policías, militares y guardianes de la seguridad, que exhaustos velaron noche y día, arriesgando sus vidas, al igual que el personal de salud.  ¡Ah! y no puedo excluir a ciertos devotos religiosos que movidos por la fe suprema hacia un ser o energía omnipotente nunca desistieron en sus labores de entrega al prójimo:  muchos de los cuales manifestaron una valiente resistencia al virus.

8) Y a los casados que mantenían relaciones furtivas con sus amantes y que de modo repentino tuvieron que restringir sus encuentros oxigenantes, para convivir 24 horas con su pareja e hijos.

Pero mis perros, mis perros corren libres por las calles… también se han aburrido porque no tienen a nadie que ladrar ni apabullar… les quedan los caballos, comadrejas, gatos y las aves. Cuando apenas se avecina alguna moto de delivery corren eufóricos a perseguir. Ahora se les acentuó la tendencia a remorder pantorrillas de los motorizados. Aun así, los caballos también se relajan, los pájaros, los peces… se sienten libres exentos de la presencia amenazante de autos, ruidos estridentes, contaminación e invasión humana.

Triana P. Castresana.
46 años
 Nacionalidad venezolana. 
 Lugar de residencia: Argentina, Córdoba.  Santa Maria de Punilla.
 Licenciada en Filosofía
Docente
Profesora de yoga ecléctica.

 

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